Quizás creciste en una familia donde expresar lo que sentías estaba mal visto, se castigaba, o incluso era peligroso. Tal vez te criticaban o humillaban cuando mostrabas tus emociones. O puede que el más mínimo desacuerdo con uno de tus padres le hiciese estallar en una rabia descontrolada que acababa en violencia.
Te diste cuenta pronto de que mostrarte vulnerable te hacía más fácil de herir, así que aprendiste a ocultar tus emociones para protegerte. Es comprensible: te ayudó a mantenerte a salvo. Pero ahora de adulto sigues escondiéndote. Sigues sintiendo miedo de mostrarte tal y como eres, convencido de que eso solo traerá rechazo. Sin embargo, la estrategia que te protegió en el pasado ahora te está limitando y está creando dificultades en tu vida actual.
Consecuencias de no decir lo que sientes
Es difícil que tus necesidades se vean satisfechas si no compartes cómo te sientes. Si no expresas claramente lo que quieres, ¿cómo van los demás a dártelo? Muchas personas suponen que su pareja debería adivinarlo. Piensan: “si de verdad me quisiera, sabría lo que necesito”. Acaban decepcionados porque la mayoría de la gente necesita que se lo digamos claramente.mayoría de la gente necesita que se lo digamos claramente.
Ocultar lo que sentimos puede generar resentimiento y desconexión. Perdemos oportunidades de resolver los conflictos, de conocer realmente al otro y dejarnos conocer, y de encontrar soluciones que nos beneficien a ambos. El resentimiento puede seguir acumulándose hasta que explota y daña la relación.
No mostrar tu verdadero yo puede hacernos sentir solos, incluso estando acompañados. Como no muestras quién eres de verdad, no llegas a sentirte visto, comprendido ni aceptado. En el fondo temes que, si los demás conocieran tu auténtico yo, te rechazarían. Así que estás rodeado de gente, pero en el fondo te sientes solo.
A nivel corporal, silenciarnos genera tensión. Gran parte de nuestra energía se destina a reprimirnos, una energía que podríamos usar para expresarnos. Prueba a preguntarte: “¿cómo sería si pudiera ser yo mismo?”. Seguramente te sentirías más ligero, más libre y espontáneo.
Cómo ser más auténtico
¿Te gustaría ser tu yo auténtico, pero el miedo te frena? Aquí tienes algunas ideas que podrían ayudarte:
1. Distingue las críticas de tus padres de quién eres realmente.
De niños, interiorizamos los mensajes de nuestros padres y los convertimos en parte de nuestra identidad. Los padres son el espejo en el que nos miramos para descubrir quiénes somos. Pero si ese espejo está roto, porque ellos tienen sus propios problemas y no pueden estar atentos a nuestras necesidades, la imagen que recibimos de nosotros mismos es distorsionada. Eso puede generar una imagen negativa de nosotros mismos que arrastramos a la edad adulta.
Cuando notes pensamientos autocríticos, detente un momento y pregúntate: “¿esto que me digo refleja realmente quién soy, o es la voz de mi padre o mi madre hablando en mi cabeza?”. Mirar atrás y comprender las circunstancias de nuestros padres también puede ayudarte a ver que su forma de reaccionar tenía más que ver con ellos que contigo.
Separar su visión de ti de tu propia identidad lleva tiempo, y a veces requiere acompañamiento profesional. Con un terapeuta que te escuche con empatía, puedes empezar a sentir que eres suficiente tal y como eres, que tus necesidades son válidas y que puedes expresarlas sin temor.
2. Conócete en profundidad.
Cuanto mejor te conozcas (cómo te sientes, qué necesitas, por qué reaccionas de cierta forma), más fácil te resultará compartirlo con los demás. Comprenderte te llevará a aceptarte, y eso hará que ser auténtico te parezca más seguro.
Practicar mindfulness puede ayudarte a conocerte mejor. Puedes hacerlo de forma informal, prestando más atención a cada momento del día, o de manera más estructurada, por ejemplo, con meditaciones guiadas a través de aplicaciones.
Otra forma de desarrollar esta conciencia es aprendiendo Focusing, un proceso que consiste en conectar con la sensación corporal de un asunto para averiguar qué te pasa realmente y tener más claro cómo seguir adelante.
3. Aprende a comunicarte de manera que fomente la conexión.
Habla desde el corazón, expresando tus sentimientos y necesidades sin juzgar. Si esto no te resulta natural, puedes apoyarte en el modelo de Comunicación No Violenta (CNV) de Marshall Rosenberg.
4. Experimenta. Empieza poco a poco.
Elige personas y situaciones en las que te resulte más fácil expresarte. A medida que veas que expresarte no siempre lleva al rechazo, y que a menudo ocurre lo contrario, podrás hacerlo en contextos más difíciles. Puedes incluso hacer una lista de situaciones ordenadas por grado de dificultad. Cuando te sientas cómodo en una situación, pasa a la siguiente.
Por supuesto, hay situaciones en las que no es seguro hablar, como ocurre en casos de violencia doméstica. Las sugerencias que doy aquí son solo para cuando ya no estás en peligro real.
Para terminar
Ser fiel a uno mismo requiere valor y práctica. Empezar poco a poco, conocerte mejor y encontrar nuevas formas de comunicarte son maneras de generar un cambio. Para algunas personas, recorrer este camino junto a un terapeuta supone un apoyo adicional y un espacio seguro donde aprender a ser uno mismo. Me encantaría acompañarte en este camino.