A muchas personas nos cuesta decir que no. Puede ser por varias razones:
• Puede que consideremos las necesidades de los demás como más importantes o más urgentes que las nuestras.
• Puede que temamos el rechazo si no accedemos a lo que se nos pide.
Pero decir que sí cuando en realidad queremos decir que no tiene un coste: para nosotros, porque nuestras necesidades quedan en segundo plano, y para la relación, porque suele generar resentimiento hacia la otra persona. Con el tiempo, incluso puede crearse la expectativa de que siempre diremos que sí, y entonces poner límites resulta aún más difícil.
Entonces, ¿cómo podemos decir que no de forma honesta, respetuosa y más fácil de escuchar para la otra persona?
Este es un modo de abordarlo siguiendo las ideas centrales de la Comunicación No Violenta (CNV), que se basa en la comprensión mutua.
1. Valida la necesidad de la otra persona
Antes de decir que no, puede ayudar mostrar que entiendes qué es importante para la otra persona.
• “Entiendo que te vendría bien ayuda con la presentación.”
• “Veo que esto es importante para ti.”
• “Parece que esperabas que pudiera cuidar de los niños hoy.”
Esto no es decir que sí. Es reconocer —y ese reconocimiento puede hacer que la otra persona se sienta menos atacada.
En la CNV, se entiende una petición como un regalo: una oportunidad de contribuir al bienestar del otro.
Sin embargo, hay momentos en los que esto resulta muy difícil—cuando nos sentimos agobiados, irritados, culpables, presionados o resentidos. En esas situaciones, tratar de empatizar con la otra persona primero puede ser complicado.
Por lo tanto, el primer paso sería darte empatía a ti mismo:
• ¿Qué estoy sintiendo ahora mismo?
• ¿Qué necesidad mía está tocada? ¿Descanso? ¿Elección? ¿Respeto? ¿Espacio? ¿Apoyo?
Cuando conectamos con nuestras propias necesidades, aunque sea un momento, nos resulta más fácil responder con claridad en lugar de reaccionar impulsivamente. De lo contrario, empatizar con el otro puede vivirse como una traición a uno mismo.
Ejemplo:
Antes de responder, puedes mirar en tu interior y notar: “Me siento saturado y necesito desconectar esta tarde.”
Desde ahí, quizá puedas decir: “Entiendo que tienes muchas cosas entre manos y que un poco de ayuda te vendría bien.”
La empatía hacia ti mismo facilita la empatía hacia los demás.
2. Nombra la necesidad que te impide decir que sí
Cuando decimos que no a algo, estamos diciendo que sí a otra cosa: descanso, tiempo, energía, familia, plazos, finanzas, salud o capacidad emocional. Compartirlo puede hacer que el no se sienta menos como un rechazo y más como una explicación honesta.
• “Necesito descansar esta noche.”
• “Necesito tiempo para avanzar en mi propio trabajo.”
• “Necesito reservar el fin de semana para mi familia.”
No necesitas una gran justificación.
No tienes por qué disculparte por tener tú también necesidades.
Tus necesidades importan tanto como las de los demás.
Ejemplo:
“Me gustaría ayudarte, y a la vez, necesito esta tarde para recuperarme. Así que no puedo encargarme de esto.”
3. Ofrece una alternativa que muestre que valoras la relación
Un límite no tiene por qué ser un muro.
A veces sí podemos contribuir, simplemente de otra forma o en otro momento.
• “Hoy no puedo, pero a finales de semana sí tendría un hueco.”
• “No podré revisar el documento entero, aunque puedo ojear una parte.”
• “No puedo prestarte dinero, pero sí puedo acompañarte mientras decides qué hacer.”
No todos los no necesitan una alternativa, pero ofrecer otra opción de forma genuina transmite el mensaje de que:
Tus necesidades importan, y las mías también.
Un ejemplo completo
Petición:
“¿Podrías ayudarme con la mudanza este domingo?”
Respuesta posible:
• “Sé que las mudanzas son agotadoras y que te vendría bien que te echase una mano.” (empatía)
• “Y a la vez necesito el domingo para descansar y poner la casa al día.” (tu necesidad)
• “Así que no podré ayudarte ese día, pero te podría dar unas cajas si las necesitas.” (alternativa)
La respuesta sigue siendo no.
Pero sin cerrar la puerta a la relación.
Una nota para cerrar
Como dijo Marshall Rosenberg:
“Jamás hagas nada por nadie movido por la culpa, la vergüenza, el deber o la obligación, porque al final todos salen perjudicados.”
Decir que no no es egoísmo. Es honestidad.
Cuando decimos que sí mientras nuestro cuerpo dice que no, la conexión se resiente.
Cuando decimos que no con cuidado, claridad y empatía, las relaciones suelen volverse más auténticas.
Poner límites no rompe la conexión: la hace posible sin que tengamos que sacrificarnos en el proceso.
Si te gustaría explorar tus necesidades y fortalecer tu confianza a la hora de expresarlas, puedo acompañarte en ese proceso.